El Padre João Clá, Fundador de los Heraldos del Evangelio, en su empeño de conducir a todos, especialmente los jóvenes, por las vias de la santidad, encuentra una línea ya trazada por nuestro Santo salesiano, Don Bosco, que pese a las dificultades de la época supo discernir lo que la juventud necesitaba para seguir este camino. Con el auxilio de María Santísima y de Nuestro señor Sacramentado, el Padre João desenvuelve el carisma de los Heraldos de manera a facilitar a los jóvenes la práctica de la virtud, de forma alegre y atrayente. El Padre João despierta en los jóvenes de este milenio la apetencia por lo bello, lo bueno y lo verdadero según la doctrina de la Santa Iglesia Católica.
San Juan Bosco nos enseña que para la formación del joven deben ser ampliados sus horizontes: “Cultivar solo el entendimiento, con abandono de las demás facultades humanas, es deformar al hombre”. Así nos enseña este santo educador dándole una educación no sólo intelectual sino también estética, mopral, religiosa y social.
Educación estética

La juventud tiene aspiraciones hacia lo bello y lo maravilloso. Así lo comenta
San Juan Bosco, “Este sentimiento es natural, pero ha de desarrollarse y perfeccionarse. Todo niño ha de capacitarse para apreciar las bellezas de la naturaleza, del arte, de la religión.”
Don Bosco cuenta que en su niñez, su madre le enseñaba a admirar las bellezas de la creación. “En las noches serenas y estrelladas nos sacaba al campo y mostrándonos el cielo nos decía, ‘Es Dios quien ha creado el mundo y ha puesto allá arriba tantas estrellas tan hermosas. Si tan hermoso es el firmamento, que no será el paraíso.”
Esta admiración hacia lo bello es una característica que se inculca en la formación de los jóvenes Heraldos. Al admirar la belleza de la obra de la creación, el joven se da cuenta que esto es solo un pequeño reflejo de Dios, abriéndose sus horizontes hacia lo divino. Viendo que el 'pulchrum'proviene de Dios, ellos, en su vida cotidiana, se dan cuenta que el ‘pulchrum’ nos une más intensamente a Dios, ellos, en su vida cotidiana se empeñan en realizar con perfección hasta los más pequeños actos, siguiendo el consejo del Divino Maestro: 'Sed perfectos como mi Padre Celestial es perfecto".

Con estas palabras, el
Padre João Clá nos invita a elevar nuestras miradas hacia el Creador. Debemos estar constantemente relacionándonos con Dios. Será viendo un pajarito volando en torno de nosotros, será viendo una hormiga dislocándose, será un animal que pasa corriendo, será viendo un operario construyendo una muralla de piedra… lo que sea, debe constituir para nosotros un elemento inmediato del relacionamiento con Dios. Debemos educar nuestros instintos, nuestra segunda naturaleza, nuestros reflejos, a punto de relacionarnos inmediatamente con Dios através de todo.”
Educación moral

San Juan Bosco comenta que el joven de hoy en día es, “arrastrado por la prontitud de las
concepciones, no sabe pensar ni obrar con criterio; le falta el buen sentido, el tacto, la medida: en una palabra el espíritu practico.”
Los Heraldos del Evangelio incentivan al joven a guiarse por los sólidos principios emanados de la sabiduría inerrante de la Santa
Iglesia Católica , Apostólica, Romana. Esto da solidez a la formación del joven y lo sustentará ante las vicisitudes y circunstancias difíciles que pueda presentarse en el futuro.
Don Bosco les recomienda a sus formadores encaminar al joven “inmediatamente por la senda de la santidad,” como método para desarrollar valores sólidos.
Educación social

Para la educación social,
San Juan Bosco recomienda el uso de la música, juegos y convivencia constante.
La convivencia entre los jóvenes es una excelente herramienta de formación, porque se aprende más en una conversa que en un año de estudios.
La sana diversión es un aspecto muy importante en las casas de los Heraldos. Don Bosco nos dice que el juego aparte de estimular un ambiente alegre, “enseña a controlarse a si mismo para no injuriar ni molestar a los compañeros, desarrolla el sentido de sociabilidad, incrementa los hábitos de cortesía, de afabilidad, de buena educación; fomenta el ejercicio de la justicia y de la lealtad, condiciones indispensables no solo par el juego, sino para toda forma de actividad social.”
Don Bosco considera la música como indispensable para tal formación. “Un centro cualquiera de educación sin música es un cuerpo sin alma. La música educa, suaviza y eleva, es un medio eficacísimo para lograr disciplina; contribuye a la moralidad.” Las casas de Los Heraldos del Evangelio son ejemplos vivos de esta doctrina, ya que la músicajuega un papel importantísimo en la atracción y fijación de los jóvenes, produciendo los efectos mencionados.
Educación Religiosa

Los
Heraldos del Evangelio alimentan, sobre todo, en sus jóvenes, el sentido religioso y la aptencia por lo bueno, lo santo y lo divino. San Juan Bosco nos comenta, “La educación debe desarrollar en el joven la pasión por el bien y el odio al mal, deber es del educador hacerle comprender una y otra cosa como efecto de la correspondencia o de la falta de conformidad a la voluntad de Dios.”
Esta clase de formación encierra estudios sobre los sacramentos, los mandamientos de la ley de Dios. la doctrina católica en general, la historia Sagrada, como también vidas de santos, abriéndoles los horizontes para el universo de la Santa Iglesia y fomentando las aspiraciones hacia la santidad. Se les instruye con un amplio Catecismo y revelándoles lo verdadero de la Santa Iglesia.
San Juan Bosco indica los defectos que encontraba, ya en su tiempo, en la enseñanza religiosa, y que con más razón se aplican a nuestros dias: “Uno de los defectos o vicios de la moderna pedagogía es reducir la religión a un puro sentimiento. Por eso no quieren que se hable a los chicos de las verdades eternas, ni que se les nombre siquiera la muerte, el juicio, y mucho menos el infierno.”
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Tomando en cuenta este error, los Heraldos se esfuerzan en proveer a los jóvenes de un amplio conocimiento doctrinario necesario tener una conducta integral con base en una profunda vida sacramental y cumpliendo la voluntad de Dios.